8 CAMBIOS RADICALES en 8 años de PRODUCTIVIDAD PERSONAL

CASI UNA DÉCADA DE PRODUCTIVIDAD AL MÁXIMO NIVEL

8 años son muchos. O pocos. Depende con qué lo compares.

En Productividad Personal ocurre lo mismo. 8 años pueden ser un mundo, o pueden no significar nada. Lo importante es saber qué has hecho con ella durante este tiempo.

Hoy vengo a desnudarme en primera persona sobre cómo la productividad ha transformado mi vida… ¡pero de forma práctica y directa! Se trata de un artículo íntimo y personal, para explicarte de qué manera la productividad puede impactar en tus hábitos diarios y en tu bienestar.

Allá por 2012 decidí por primera vez adentrarme en la productividad personal. Más bien dicho, fue ella la que me encontró a mí, ya que vino en un momento en el que no tenía un especial interés por ella.

Spoiler: no fue una bonita historia de amor. No todo fueron pétalos de rosa de colores vívidos y de olor intenso, debo reconocerte que también tuvimos nuestros desencuentros. El inicio fue más bien frío y distante.

En aquel entonces estaba residiendo y trabajando en Dubái, justo cuando recibí mi primera formación/capacitación en Time Management (Gestión del Tiempo). De forma global y salvo honrosas excepciones, admito que la experiencia no fue de lo más gratificante.

Más bien fue al contrario. La sesión formativa que pude asistir estaba enfocada desde una perspectiva muy técnica, parecía que hablábamos de rendimientos para máquinas y robots.

Yo que venía del mundo de la psicología, no pude evitar pensar: ¿dónde queda la persona en esta visión tan técnica de la productividad?

Esta pregunta me hizo aflorar una semilla que todavía hoy perdura.

Desde aquella fecha ha pasado mucho tiempo, hoy toca observar el retrovisor.

8 años son un doble grado universitario, ahí es nada. Eso sí, tu predisposición es clave independientemente de los que años que le dediques. Con la Productividad Personal sucede lo mismo. No hay más misterio.

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Ahora bien, nadie está obligado a mejorar su productividad personal.

No todo el mundo ve importante incrementar su productividad personal, incluso algunas personas consideran que debería estar en la cola de su lista de deseos. Otros valientes, sin embargo, llegan a experimentar la cuarentena de la productividad personal después de haber mejorado sus habilidades de planificación y organización.

Sea cual sea tu situación, este artículo no está hecho para venderte la productividad personal. El propósito tiene que ver en compartir contigo los beneficios que me han ayudado a convertirme en la persona que soy hoy; mis máximos deseos para que puedan ayudarte también.

En 8 años no sólo he podido aplicar varias metodologías de Productividad Personal, sino que también he trabajado junto a mi socio David Carulla en la creación de una nueva metodología: la Neuroproductividad.

Los 2 vimos que las técnicas y las metodologías de organización están muy bien, pero se nos antojan insuficientes si queremos una máxima implicación por nuestra parte. Nuestro cerebro manda, muy por encima de nuestro rendimiento.

Aquí es donde nació la necesidad de combinar las bondades de la psicología con las técnicas más avanzadas de la productividad personal.

Teniendo en cuenta esta mini-historia personal sobre mis orígenes de la productividad personal, me dispongo a contarte mis tesoros más valiosos en forma de aprendizaje y experiencias vitales.

Aquí tienes las 8 transformaciones personales y profesionales que he aprendido durante estos últimos 8 años gracias a la Productividad Personal:

 

#1 Todos los nuestros objetivos son una mera ilusión

Últimamente soy muy insistente con esta idea: los objetivos son una trampa mental.

Marcarse objetivos es una actividad casi obligatoria cuando se habla de productividad personal. De hecho, si vas por la vida sin objetivos, las malas lenguas te dicen que eres una persona tremendamente improductiva. Yo antes era de los que lo pensaba de esta manera, ahora tengo una visión mucho más flexible.

Uno de mis mayores aprendizajes ha sido entender que los objetivos no son importantes; el sistema es lo que verdaderamente marca la diferencia.

2013 fue el primer año en el que me marqué varios objetivos, concretamente un total de 42. Una locura. A finales de año no había logrado ni el 10%, y tuve que engañarme a mí mismo para llegar a la hermosa cifra de 10 objetivos cumplidos (y de aquella manera).

Parece que cuanto más haces más eres, cuando la realidad es que cuanto más eres, menos importante es hacer.

En la esfera de los objetivos ocurre lo mismo. Cuantos más tienes y más ambiciosos son, tenemos una percepción de mayor rendimiento.

Mentira, esta idea es otra trampa mental.

Enfócate en el sistema para crear pequeños microhábitos diarios, no en grandes objetivos. ¿Sabes cuál es la mala noticia? Que al final muchos objetivos no se cumplen, sólo son un espejismo. Lo más importante es el viaje, no el destino.

Ejemplo: tienes pensado publicar cada semana un artículo para tu blog. Por diferentes motivos, hay alguna semana que te cuesta cumplir con tu propio pacto. Frustración y ansiedad. Sientes que no llegas a todo. De repente, te das cuenta de otro/a gurú en marketing te recomienda que publiques un artículo completo a diario, con lo que el objetivo que te marcaste debe ser modificado. Si ya te costaba cumplir con una publicación semanal, ahora resulta que tienes que incrementar el ritmo de forma considerable.

Los objetivos son grandes movilizadores de energía, pero también es verdad que suelen tener una mecha bastante corta. En vez de enfocarnos en conseguirlos al 100%, creemos un sistema que nos ayude a vivirlo más a corto plazo y así disfrutar de la experiencia del viaje.

Si estás pensando en escribir 4 artículos al mes, intenta crear primer el hábito de escribir cada día (unas palabras, unos párrafos, no un artículo completo). Aquí es donde se encuentra la verdadera sensación de logro y progreso, ya que cada día puedes 'reafirmarte' en la consecución del objetivo. Si llegas al punto de escribir cada día, tendrás mucha facilidad de escribir tantos artículos como estimes oportunos una vez hayas consolidado el hábito (con ciertos límites, por supuesto).

Es importante disfrutar de esa experiencia, sino entramos en el sufrido mundo de las autoexigencias. Las autoexigencias se producen cuando tratamos de conseguir objetivos porque un día así lo decidimos, sin considerar tu situación actual y todos los cambios personales y profesionales que estás experimentando.

El momento emocional en el que te marcas objetivos no se mantiene estable durante todo el año. Suele pasar que, cuando estás ilusionado por marcarte nuevos objetivos, no tienes en cuenta que no siempre estarás igual de motivado. Las malas rachas también hay que tenerlas en cuenta.

Conseguir objetivos nos da un estatus, a veces ni siquiera público, para poder afirmar que avanzamos hacia el rumbo deseado. Más allá de la realidad, los objetivos sólo son luces al final del camino que nos permiten tener determinación hacia unos resultados concretos. Sin más. No conseguirlo no es ningún castigo, es un aprendizaje repleto de autoconocimiento.

En mi caso este 2020 sólo tendré un objetivo profesional y otro personal, lejos quedan los 42 iniciales que me propuse al principio de mi andadura neuroproductiva.

¡Ah! Por cierto, y si te pica la curiosidad para saber cuáles son estos objetivos, aquí van un resumen de lo quiero conseguir.

  • Objetivo personal: reforzar la frecuencia de visitas de mi primer círculo de amistades, con un mínimo de 5 encuentros mensuales.

  • Objetivo profesional: dedicar un mínimo de 5 horas de lectura y trabajo semanales de artículos científicos para profundizar en las diferentes áreas de la Neuroproductividad.

A ver Miquel, ¿dónde vas por la vida con sólo 2 objetivos?

Yo también me hice esta misma pregunta durante mucho tiempo. Y la respuesta automática (y sistemática) que la vida me da es: menos es más.

Después de haberme inundado con incontables lluvias torrenciales de objetivos, por fin decidí enfrascarme en un reto mucho más minimalista. Lo mejor de todo ha sido el resultado: ahora cumplo con todos mis objetivos.

Puesto en cifras, he pasado de cumplir menos de un 10% de mis objetivos, a llegar a la friolera del 100%. Puedes pensar que estoy haciendo trampas con los números, y lo cierto es que tienes toda la razón del mundo.

Cuantos menos objetivos tengas, más fácil te será conseguirlos todos. Y ahora es cuando viene la pregunta final: qué prefieres, ¿presumir de la gran cantidad de objetivos que tienes o cumplir los que realmente te importan de verdad?

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#2 Ninguna metodología de productividad personal funciona mejor que otra

Metodologías de productividad hay para aburrir.

Esta es una lista corta de la gran cantidad de metodologías que puedes encontrar: GTD, Getting Results, ZTD, Método FAST, Take back Your Life, Do it Tomorrow, La Semana laboral de las 4 horas, Neuroproductividad...

Las neurociencias se han colado en todas ellas, y muchos de los principios que sustentan estas metodologías están avalados por multitud de artículos científicos.

Pero la ciencia no lo es todo, y siempre hay una decisión personal antes de incorporar cualquier metodología. Y eso implica mucho tesón, experiencia, formación, y sobre todo mucha persistencia. A veces pecamos de invocar demasiado a la neurociencia para justificar ciertos comportamientos, cuando lo que realmente necesitamos mucha paciencia para ser más productivos.

Me encantan todos los métodos, soy un gran apasionado de todos ellos. GTD y Getting Results son mis favoritos (no sería demasiado objetivo si pusiera la Neuroproductividad en este podio).

He visto y participado en programas increíbles de sus formadores, pero al final cada persona que asiste a los talleres utiliza la 'metodología' que mejor le funciona. Es cierto que está genial corregir ciertos vicios que nos restan efectividad (y ahí las metodologías de productividad son muy sabias), aunque siempre tenemos que sentirnos en concordancia con nuestra forma de planificarnos y organizarnos.

La ciencia puede decir misa, que en última instancia las personas eligen el método que mejor encaje con ellas. Y aquí hay que tener en cuenta la forma de ser de cada persona. No es lo mismo una persona estructurada de serie que alguien que vive sumido en el caos de forma permanente.

No seré yo quien juzgue a cada persona por su nivel de efectividad, pero sí que hay unos patrones muy distintos que observamos en cada persona. Un perfil tipo ingeniero tenderá (habitualmente) a tener una visión muy organizada de su planificación diaria, mientras que un creativo preferirá el desorden para lograr la máxima efectividad. Incluso hay libros que hablan de este último punto.

Teniendo en cuenta que las necesidades de cada persona son muy diferentes, también tendremos que buscar combinaciones muy personales para lograr resultados satisfactorios con una metodología.

Tu manera de ser no es lo único, todavía hay más.

Fíjate en una cosa muy curiosa: una metodología no es satisfactoria si, aunque consigas los resultados que te propones, no disfrutas de la forma que tienes de organizarte. Si una metodología te genera sufrimiento y rigidez, te costará percibir los beneficios a medio y largo plazo.

La afinidad emocional con una metodología es clave para lograr su implementación. Si sientes que una metodología no encaja contigo ni con tu estilo de vida, buscarás métodos alternativos que se adapten a ti.

Ejemplo: si eres una persona que necesitas muchos colores en tu espacio de trabajo, no tiene sentido que te enfoques en un tipo de filosofía minimalista que te recomienda que no tengas nada en tu mesa (encima todo blanco) y que no tengas distracciones a la vista. Vamos a otro caso. Si tu trabajo se trata exclusivamente con el trato al público y con objetivos a muy corto plazo, quizá no te interesa tener una lista de 'algún día' para almacenar tareas que vas a posponer. Si tienes un trabajo contable y tienes que trabajar con fechas constantes, quizá te interesa tener tu sistema de productividad volcado totalmente en tu calendario.

Cada ejemplo es 100% personalizable y se le pueden añadir muchos matices. Por eso una metodología de productividad tiene que concordar contigo, sino terminarás sufriendo un 'ataque productivo' que te alejará todavía más de cualquier sistema encorsetado.

La idea de las metodologías es que te ayuden y sumen a conseguir tus metas, no que se conviertan en ataduras y te resten satisfacción personal.

 

#3 He invertido mucho más tiempo y energía en desarrollo personal

Como me gusta decir, "la productividad personal es el mejor ansiolítico que podemos tomar para calmar nuestra necesidad de control".

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Anotar cosas en tu lista de tareas favorita puede tener consecuencias 'mágicas'. Te lo cuento ahora con más detalle.

Si alguna vez (o si todavía) vives sumido en el caso total de la desorganización, sabrás que cuesta tiempo encontrar un hueco para ti o para tu vida social.

La razón neurocientífica de este fenómeno es bastante sencilla de explicar: como tu cerebro se encarga de almacenar toda la información y tiene tantos frentes abiertos, lo que sucede es que tu atención se dispersa y tienes una continua sensación de estrés.

Este estrés no es inocuo, ya que una de las cosas en las que más te perjudica es la capacidad de foco y concentración. Sin concentración, cuesta encontrar momento para reflexionar, sino que buscamos gratificación inmediata que nos permita apagar el ruido de nuestra mente saturada.

Tienes razón, me fui por las ramas. Enseguida vuelvo a la magia que citaba antes. Pero esta mini-introducción es fundamental para explicar mejor lo que viene a continuación.

La magia que genera la productividad personal es milagrosa y a su vez dolorosa. Milagrosa porque te permite conocer tus superpoderes como ser humano, y dolorosa porque te pone delante del espejo algunas situaciones personales y profesionales poco agradables.

La productividad personal nos arroja luz en muchísimos patrones: en el tipo y la frecuencia de relaciones personales y profesionales que tenemos, nos dice la cantidad de tiempo que dedicamos a la reflexión o al aprendizaje, nos revela el número de eventos relevantes/irrelevantes que asistimos durante un período de tiempo concreto, las tareas (pocas/muchas) que realmente impactan en nuestros objetivos personales y profesionales, el número de cancelaciones que solemos recibir por parte de otras personas, imprevistos y cambios de última hora que sufrimos...

Nuestra agenda y nuestra lista de tareas son una anatomía detallada de nuestra vida, sobre todo dependiendo del nivel de meticulosidad y dedicación que tienes con tu organización personal.

Con toda esta información que acumulamos gracias a la productividad personal, podemos hacer básicamente 2 cosas: o ningunearla (como si no estuviera ahí), o aprender de ella y redirigir nuestra vida.

Si eres de los que se quedan con la segunda opción, mi recomendación es que observes atentamente cuáles son tus patrones habituales antes de tomar acción. Hazte las siguientes 3 preguntas:

  • ¿Cuánto tiempo le dedico a la semana a pensar y reflexionar sobre mi vida?

  • ¿Mis obligaciones profesionales son compatibles con mi vida personal?

  • ¿Tendría sentido hacer algún cambio en mi organización o ya está bien así?

A partir de aquí y si practicas la honestidad contigo mismo, verás que hay muchos flancos por los que puedes actuar. Es importante primero reflexionar y entender antes que cambiar. A veces nos obsesionamos con hacer cosas antes de comprender la situación que nos ha llevado hasta aquí.

La productividad personal es autoconocimiento. En mi caso me di cuenta de que le dedicaba muy poco tiempo a mi vida social, y debí tener esos datos delante de mí para empezar a ser consciente. También me percaté de que les dedicaba mucho tiempo a tareas irrelevantes y poco a otras tareas más estratégicas. Por último, también observé que a dura penas le dedicaba unos minutos al día a reflexionar sobre mi vida en general, sino que me enfocaba en cumplir tareas a toda costa sin ninguna reflexión personal.

¿Cuál es la mayor revelación que te ha dado la productividad personal? ¡Házmelo saber en el apartado de comentarios!

Muchos de estos aprendizajes los compartimos en el libro "Cómo emprender en el Desarrollo Personal: Las respuestas que los coaches, consultores y formadores necesitan para vivir de su pasión”, escrito con mi socio David Carulla. Ahí hablábamos de muchos conceptos de autoconocimiento que habíamos logrado gracias a la reflexión que nos ha brindado la productividad personal.

 

#4 He recuperado mi vida social (e incluso la he mejorado)

Sí, así de rotundo y sincero me quiero mostrar contigo.

Después de algunos años de dejadez y estrés a partes iguales, sufrí un “bajón” considerable en la frecuencia de visitas de mis mejores amistades (familia incluida).

Para que te hagas una idea en forma de número, pasé de 3-4 encuentros semanales a 1-2 cada mes (a veces ni siquiera eso). En mi caso personal, toda una “debacle social” en toda regla.

Una buena metodología de productividad ha resultado clave para mitigar esta peligrosa deriva antisocial, puesto que ahora dispongo de la siguiente información ordenada que antes no tenía:

  • Tengo un registro de visitas: gracias a un simple Excel, ahora sé perfectamente cuántas veces veo a mi entorno más cercano y cuál fue la última vez que los vi. Pruébalo y notarás la diferencia. Este registro sólo lo actualizo cuando he quedado con alguien. No te compliques con el documento, el objetivo final es ser consciente de cuánto tiempo pasas con tus seres queridos.  

  • Tengo “tareas” para contactar con mis amistades: una de las grandes frases de la humanidad es sin duda “nos llamamos”. El problema es que nunca se ha caracterizado por su elevada efectividad. Ahora tengo escrito en forma de tarea en mi plan semanal lo siguiente: contactar con Y, llamar a Z, quedar con X… Si no está escrito, no existe. Todo queda en una mera declaración de intenciones. Y lo peor, tus amistades se desvanecen hasta el próximo bautizo, boda y/o entierro. Estas tareas las actualizo en función de mis picos de trabajo. Igual que tenemos otro tipo de tareas anotadas de forma rutinaria (como un checklist), también es igual de saludable tener anotadas checklist sociales para favorecer que los encuentros se produzcan de verdad.

  • Tengo una lista con los intereses de mis amistades: me gusta registrar las cosas buenas de mis amigos, así como también las cosas que les gustan, para que cuando se acerque el momento de su cumpleaños o simplemente te apetezca, puedas tener una lista segmentada con sus principales intereses (y acertar siempre). Además, ahorras muchísimo tiempo pensando qué les podrías regalar o cómo podrías sorprenderte. Disclaimer: toda esta información no elimina la espontaneidad.

Es verdad que habrá meses más atareados y tendrás que disminuir la frecuencia. Lo que sí es cierto es que, como mínimo, te asegurarás no olvidarte de tu entorno más cercano tan a menudo como lo estás haciendo ahora.

Como siempre comento en mis talleres para empresas sobre Productividad Personal, ser productivo no es una cuestión puramente de rendimiento profesional, es un atajo directo hacia la satisfacción de saber que también cuidas de tu salud social.

#5 Ya no sufro por todas mis tareas pendientes

Si en algo se ha caracterizado mi vida personal y profesional, fue precisamente en tener que recordar en todo momento lo que tenía que hacer.

Como precisamente disponía de una metodología productiva precaria e inconsistente, las tareas me abrumaban hasta límites insospechados.

Tenía tantas cosas en la cabeza que me costaba dormir. Además, cuando trataba de concentrarme en una tarea compleja, empezaba a tener alucinaciones con todas las tareas pendientes que tenía.

Un ejemplo rápido: es muy probable que, años atrás, hubiera sido incapaz de escribir un artículo como el que estás leyendo ahora. Mi capacidad de atención estaba en la sala de urgencias.

Recordar 'cosas' no sólo te estresa, sino que además disminuye tu capacidad creativa y reduce tu concentración.

No lo digo yo, lo dice la ciencia en multitud de estudios. Este artículo reciente en concreto habla de la relación entre estrés y concentración.

Ahora, gracias a la productividad personal, he conseguido los siguientes avances:

  • Sé lo que tengo que hacer en todo momento: tenerlo todo estructurado (no confundir con rigidez y falta de espontaneidad), me ha ayudado a tener muy claro cuál será la próxima tarea. Eso ya, por sí solo, me quita mucha presión. Y ya no te cuento el tiempo que he ahorrado, por supuesto.

  • Sé cuál es la mejor decisión que debo tomar: el objetivo final es que el sistema trabaje para ti y no al revés. Tener claros tus objetivos y tareas en todo momento es la única manera de saber cuál es la mejor opción para ti. Para tomar una buena decisión necesitas, sobre todo, tener todas las alternativas posibles a la vista y escoger la que más valor te aporte.

  • Tengo un sistema cerrado: cuando hablamos de organización, puedo afirmar que no hay nada peor que tener cosas pendientes desperdigadas por todas partes. Es una sensación constante de descontrol, tratando de encajar piezas de puzle para sentirse aliviado. Todo lo contrario de lo que persigue una metodología de productividad. Gracias a todos los ajustes que hemos logrado con la Neuroproductividad, hemos creado un sistema de organización cerrado en el cual sabemos en todo momento dónde se encuentran todas las tareas, aunque no tengas que hacerlas ahora.

  • Borro más tareas que nunca: y me encanta hacerlo. Es una de mis aficiones favoritas después de haber vencido el miedo a deshacerme de mis tareas pendientes. Antes sentía que todas mis tareas eran indestructibles, que borrarlas era un sacrilegio. Ahora me gusta pensar que borrar es organizar, ya que te permite tener mejor perspectiva para organizar a corto y medio plazo.

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#6 He mejorado mis resultados económicos

Ser productivo implica conseguir objetivos múltiples y dispares. Pueden ser objetivos de desarrollo personal, sociales y familiares, medioambientales y, por supuesto… ¡económicos!

A veces desde el “prisma de la productividad” queremos minimizar este aspecto, pero como bien sabemos tú y yo, la monetización de tus productos/servicios como profesional es una parte esencial para la viabilidad de nuestros sueños.

Siguiendo el hilo de esta publicación, me gustaría explicarte por qué una buena metodología productiva ha mejorado mis resultados económicos:

  • Tengo mayor perspectiva de lo que estoy haciendo: equivocarte está genial y forma parte del proceso. Pero equivocarte y no ver por dónde se hunde el barco es simplemente insostenible (y peligroso). La productividad te ayuda a visualizar mejor qué te aporta valor y cuál es el impacto económico de tus acciones.

  • Tengo muy claro qué actividades me aportan más rendimiento económico: y lo más importante, puedo ver si me convierten en un esclavo de mi tiempo. Cuando estás disperso y sumido en el caos, es mucho más fácil volcarse en lo que medianamente funciona (aunque anule por completo tu vida personal y fomente la mediocridad).

  • Tengo muy claro qué ideas pueden funcionar y cuáles no: tener una buena metodología productiva te facilita saber qué proyectos e iniciativas tienes en marcha, y eso precisamente te ayuda a no dejarte contagiar por la luz engañosa que desprenden algunas ideas oníricas y con poco retorno económico.  

  • Tener un buen sistema de productividad te ayuda a ganar más dinero: cuando tienes muchas fugas sobre lo que tienes que hacer, está claro que pierdes mucha claridad. Esa claridad tiene que ver con estrategia, y la estrategia es la madre del cordero para alcanzar cualquier ingreso económico. Como ahora dispongo de un sistema que me permite actuar rápido y con pocas distracciones, me resulta más fácil implementar nuevos servicios y genero rédito económico mucho antes.

 

#7 Aprendo mucho más que antes (y con mayor facilidad)

El nivel de absorción de nuevo conocimiento durante estos 8 años ha sido espectacular. Pero no ha sido realmente útil hasta que empecé a ser productivo, puesto que antes sólo consumía “maná” y no almacenaba ningún “nutriente”.

Leer mucho y no aplicar nada, es como trabajar para alguien que no tiene ningún interés en trabajar contigo. Dicho lo cual, quisiera compartir contigo algunas sugerencias que me han hecho incrementar mi capacidad de aprendizaje:

  • Leo y tomo notas: leer rápido sin quedarte con las ideas fundamentales no sirve para nada. Un Excel/Word será suficiente para guardar toda la información que necesitas. Anota lo mínimo posible y quédate con lo que tenga más miga para ti.

  • Leo y aplico directamente: si en el proceso de lectura veo algún punto que me gustaría añadir a mis presentaciones y/o formaciones, lo anoto directamente sin esperar a encontrar otro momento para hacerlo. Antes lo escribía en una hoja y ya no lo volvía a mirar, ¿te suena esta situación?

  • Tengo un espacio diario flexible para leer cada día: leer cada día de 15 a 20 minutos se ha convertido en una religión. A primera hora de la mañana es un buen momento para calentar tu cerebro y empezar el día con material nuevo e ilusionante. ¡100% recomendable!

  • Dedico 2 horas a la semana a leer contenido útil de otros blogs: antes solía leer de forma indiscriminada webs y blogs especializados, ahora sólo lo hago una vez por semana y también procuro tomar notas. Ha sido un cambio sustancial en mi día a día, y ahora además estoy más concentrado cuando leo.

 

#8 Soy mucho más consciente de mis límites

La neurociencia nos asegura que somos muy optimistas en lo que se refiere al tiempo que necesitaremos para terminar una tarea. Concretamente, entre 5 y 7 veces más optimistas de lo que realmente tardamos en acabarla. En resumidas cuentas, que las tareas que duran 2 horas, pensamos que en 30 minutos ya estarán listas.

Para reducir el efecto de este optimismo perjudicial, la productividad se presenta como el mejor antídoto para sacar a la palestra cuáles son nuestros límites.

Con el objetivo de que lo veas de forma práctica, aquí te muestro algunos aspectos sobre por qué la productividad te hace más consciente de tus limitaciones:

  • Ahora sé cuántas tareas puedo hacer por semana: aunque este punto puede cambiar según la naturaleza de tu trabajo como freelance, he podido comprobar que no puedo realizar más de 10-15 tareas que exijan calidad durante la semana (sin contar todas las que son recurrentes).

  • He descubierto mi límite diario de horas trabajadas: los profesionales que disfrutamos del trabajo somos cabezotas y queremos terminarlo todo hoy. Sabemos perfectamente que no nos será posible, pero aun así insistimos hasta la saciedad. El trabajo de calidad con alta concentración diario dura muy poco (200-220 minutos; corroborado por la ciencia). A partir de las 5pm-6pm, mi productividad se empequeñece hasta volverse en invisible.

  • He aprendido a lidiar con las redes sociales de forma productiva: como bien habrás experimentado, las redes sociales son un gran pozo negro de tu productividad. Ahora tengo todas las tareas de las redes sociales distribuidas a lo largo de la semana, y la verdad es que la diferencia ha sido descomunal. Antes entraba a todas horas, ahora sólo 2 días a la semana como máximo (3 días cuando hay algún lanzamiento de producto/servicio).

  • Mi desarrollo personal se ha convertido en una obligación: antes el crecimiento personal era una actividad atemporal, sin plazos fijos, mientras que ahora es una prioridad máxima. Al final, invertir en ti es la máxima expresión de tu persona y, si no la desarrollas, es fácil verte sobrepasado ante cualquier mala experiencia.

  • Conozco mi nivel energético a la perfección: si bien hay ciertos días en los que el caos se apodera de ti, la verdad es que me tengo bien ‘calado’ a nivel energético. Ahora sé que las mañanas son mi momento clave para realizar tareas complejas y que, cuando las intento hacer a media tarde, sufro las inclemencias temporales de mi baja energía. Trabajar con el nivel de energía óptimo es una excelente manera de conocer tus límites y lograr la máxima efectividad.

Como puedes intuir perfectamente, la productividad no es la panacea ni el remedio universal a todos nuestros males que tenemos como profesionales. Sólo es una pequeña parte del éxito, pero indispensable para llevar a cabo todos tus objetivos de manera sostenible.

Eso sí, tener un marco de referencia para nuestros objetivos personales y profesionales es fundamental para centrar toda nuestra energía y atención a un mismo propósito.

Te confieso que he disfrutado mucho escribiendo esta publicación, ya que me ha servido para resumir todos los beneficios que me ha dado la productividad estos últimos 8 años.

¡Una auténtica REVELACIÓN EN MAYÚSCULAS!

 

¡Ahora es tu turno! ¿Cuáles han sido tus aprendizajes a través de tener un método para planificarte y organizarte? ¿Tienes algún sistema propio de productividad que te ayude a vivir y trabajar mejor? ¿De qué manera te ha ayudado en tu día a día? Déjame tus impresiones en el apartado de comentarios : ) ¡1000 gracias!

¡Un abrazo!

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